Jovencitas tocando el piano
Renoir, Pierre-Auguste

A comienzos de los años 1890, los amigos y admiradores de Renoir se indignan porque el Estado francés nunca ha hecho la más mínima compra oficial al pintor, de ya casi cincuenta años de edad. Stéphane Mallarmé que conoce y aprecia al artista, con el apoyo de Roger Marx, un joven miembro de la administración de Bellas artes abierto a las corrientes innovadoras, emprende trámites en 1892 para hacer entrar a los impresionistas en los museos nacionales. Fue así como, tras un encargo informal de la administración, Jóvenes al piano fue adquirido y colocado en el museo del Luxemburgo.

Además de este lienzo, en el que el dibujo decidido y flexible define claramente a las figuras aunque dejando libre paso al lirismo de la paleta, conocemos tres otras versiones acabadas de la misma composición (una en el Metropolitan Museum de Nueva York y las dos otras en colecciones privadas). Existe también un boceto pintado al óleo (París, Museo de la Orangerie) y un pastel de mismas dimensiones (col. part.).
La repetición de este motivo muestra el interés de Renoir por un tema que además ya ha tratado. Sabemos que el pintor, eterno insatisfecho, retoca detenidamente sus obras pero un trabajo tan sostenido en torno a una sola y misma composición sigue siendo único. Sin duda se tenga que ver su deseo de hacer entrar en los museos una obra totalmente lograda. Tampoco podemos evitar de pensar en las "series" que su amigo Claude Monet desarrolló en la misma época (Los Almiares, 1891;Las catedrales de Rouen, 1892).

Acordándose de un tema clásico particularmente apreciado por la pintura francesa del siglo XVIII, en particular Fragonard, Renoir pretende pintar un modelo ideal, poblado de jóvenes gráciles. Pero despreciando el simple pastiche, también quiere ser el pintor de su tiempo y nos ofrece la evocación de un interior burgués elegante y cómodo.


Fuente: Musée d'Orsay

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