Después de Parade y Cancan, el Circo fue el tercer panel en una serie de Seurat con las diversiones más populares de la ciudad moderna y su entretenimiento nocturno. El tema del circo se trata a menudo en la década de 1880, especialmente por Renoir, Degas y Toulouse-Lautrec. El Circo es visto como una de las obras más importantes en la aplicación de la teoría divisionista. En ella, interpreta Seurat teorías de Charles Henry sobre los efectos psicológicos de la línea y el color, así como los de la mezcla óptica de los colores formulados por Chevreul y Rood. Cuando la pintura se exhibió en el Salón de los Independientes en 1891, un crítico observó que "todo en el Circo logra armonía a través de la analogía, a través de la conciliación de los opuestos, conspirar hacia un sentido de alegría: líneas ascendentes, tono sucesivos contrastes, dominancia marcada de color naranja , resaltado por un marco que crea una oposición de tono y color con el todo ... ".

Dos espacios yuxtapuestos: el espacio para el escenario y los artistas, todas las curvas, arabescos estilizados y espirales, lleno de tensión dinámica, o desequilibrio aún; y el espacio para el asiento y el público, rígido, ortogonal, inmóvil, estrictamente geométrica. El esquema de color también obedece a reglas precisas: el color primordial, el de la luz pura, blanca, domina el lienzo. En la paleta se armonizan los tres colores primarios: rojo, amarillo y azul, modulados en pequeñas pinceladas metódicas, resonando al ritmo de las líneas. Finalmente, Seurat aísla su pintura  con un borde oscuro pintado directamente sobre el lienzo y un marco plano en el mismo tono de azul, por lo que es una parte integral de la obra. Con esta pintura sin terminar - el pintor murió de difteria  pocos días después de que el Salón se abriera - Seurat estaba tratando de crear una simbiosis entre la creación artística y el análisis científico, un tema de gran interés popular en el siglo XIX.

Fuente: Musée d'Orsay