La Giralda, vista desde la calle Placentines
Domínguez Bécquer, José

Todos los vedutistas románticos que pintaron perspectivas panorámicas urbanas de Sevilla quedaron irresistiblemente seducidos por la esbelta y majestuosa silueta de la Giralda, minarete de la antigua mezquita árabe de la ciudad, construida a fines del siglo XII, a la que se añadió en el siglo XVI un grácil campanario de cinco pisos, rematado por una gigantesca veleta de bronce con la figura de la Fe, conocida popularmente como «Giraldillo» por su carácter giratorio, dando nombre a la torre, convertida así en campanario de la nueva catedral gótica y emblema máximo de la ciudad.

En efecto, numerosos artistas románticos pintaron la Giralda desde sus distintos puntos de vista, siempre rodeada de su caserío aledaño y pobladas las calles con figuras de transeúntes, interpretadas con un pintoresquismo exótico fomentado en gran medida por los viajeros franceses e ingleses, tanto pintores como escritores, que visitaron Sevilla en las primeras décadas del siglo XIX.

El presente cuadro puede considerarse réplica del ejemplar firmado y fechado por José Domínguez Bécquer en 1836, de formato prácticamente idéntico y que se conserva en una colección particular sevillana. En este caso, además de estar tomado el monumento desde un punto de vista ligeramente más bajo, quedando oculto el rosetón del crucero de la catedral, aparecen más sumarios algunos detalles decorativos de las arquitecturas, como las almenas dentadas de la galería del Patio de los Naranjos, que se levanta en el extremo derecho y faltan otros, como las rejas de los ventanales bajos del palacio Arzobispal, cuya fachada se yergue al otro lado de la calle. Pero es en las figuras que transitan por las calles donde ambos lienzos presentan diferencias más evidentes, tanto en su número y disposición como, sobre todo, en su factura, quedando en este lienzo notablemente desdibujadas, a consecuencia quizá de una alteración de los pigmentos con que fueron ejecutadas.

No obstante, el lienzo es bello testimonio de la habilidad de Bécquer en el género de las vistas monumentales, interpretadas todavía con un romanticismo sobrio y contenido, de gran objetividad en la descripción minuciosa y casi arqueológica de todos los elementos decorativos de las arquitecturas; utilizando un colorido refinado, de suaves transparencias, que envuelve los edificios en una atmósfera crepuscular, tenue y densa, en la que reside el mayor encanto del cuadro.

Además de estas dos versiones de José Domínguez Bécquer, ya en 1833 el gran maestro del paisajismo romántico británico David Roberts (1796-1864) había pintado una bellísima perspectiva de la Giralda, tomada desde el mismo punto, grabándose ese mismo año por E. Finden una estampa con igual vista, dibujada por John Frederick Lewis (1805-1876) para ilustrar la obra de W. Brockendon, Finden’s Illustration of the Life and Works of Lord Byron .

Por otra parte, Joaquín Domínguez Bécquer (1817-1879), primo de José, también pintaría en 1838 otra panorámica igual de la Giralda desde la misma calle, transitada por una procesión; perspectiva que asimismo sería litografiada por Adrien Dauzats (1804-1868) ese mismo año para ilustrar la publicación titulada Álbum sevillano. Colección de vistas, trajes y costumbres andaluzas y por el gran maestro Genaro Pérez Villaamil para una de las láminas de su España artística y monumental.


Fuente: Museo Carmen Thyssen de Málaga

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